Del querer compartir.

Hablábamos de los chocolates, de la manera en la que uno llega con “chocolates para todos”, de la manera en la que repartes 100 invitaciones exactamente iguales entre tus conocidos… de que la diferencia reside en ir a llevarlas personalmente a quien de verdad estimas, a quien deseas ver en el evento, con quien lo deseas compartir… no es únicamente una formalidad entregarla de la propia mano, tiene un significado, cierto valor, cierta importancia inconmensurable en ambas partes, quien entrega y quien recibe.

Y no tiene que ver con el contenido o la presentación, bien podría ser un pedazo de cartón, una servilleta pétalo, un trabajo artesanal minuciosamente elaborado o un mensaje… la magia está, por una parte, en manifestar el deseo de contar con la presencia de alguien, y por otra parte, en percibir el gusto con el que serás recibido, en entender lo importante que es asistir, presenciar, ser parte de.

¿Por qué?

PORQUE SI FUERA TU MALDITA BODA, LE DIRÍAS A TUS AMIGOS LO MALDITAMENTE IMPORTANTE QUE ES PARA TI QUE VAYAN, QUE ESTÉN AHÍ PARA LA FOTO.

LES HARÍAS SABER QUE NO ES OPCIONAL Y QUE NO IMPORTA LO AGNÓSTICOS QUE SEAN, TIENEN QUE IR A LA MISA Y PONERSE TRAJE Y SONREÍR.

Si fuera importante... 

porque también se puede tirar al aire, para los colados, para los de relleno, para los opcionales:

"Pues bueno, la ceremonia es el lunes a las 3 PM, por si alguien quiere ir”.

“Ahí hay chocolates para todos, el que quiera agarre".

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Sobre las expectativas...

Lex III: Actioni contrariam semper et æqualem esse reactionem: sive corporum duorum actiones in se mutuo semper esse æquales et in partes contrarias dirigi.

El problema empieza cuando hacemos cosas que creemos que harán felices a otros, porque sabemos que nos harían felices a nosotros.

El problema se hace grande cuando hacemos ciertas cosas pensando que alguien más podría llegar a hacerlas también para nosotros.


"Debes dar sin esperar algo a cambio" 

Pese a saber de memoria esas palabras, esperamos... creemos... sentimos... confíamos.
Y es que va contra la naturaleza humana no esperar. 

No necesariamente hacemos las cosas esperando algo de vuelta, esperando una recompensa o un premio o un reconocimiento a la mejor acción del año... 

Hacemos sonreír a alguien porque creemos que en algún momento alguien va a querer hacernos sonreír... y eso sucede. 
S-U-C-E-D-E. 
Ejercemos una acción sobre un cuerpo... pero no siempre es ese mismo cuerpo el que regresa la acción sobre nosotros... es otro cuerpo el que viene a replicar la acción sobre nosotros... 
Y ahí radica el problema de las expectativas...

Ideal: A <-> B; 
Realidad: A -> B + C -> A; 
y así es como llega el equilibrio.


Un día te das cuenta, en los casos más tristes... que ese cuerpo C ... debe ser igual a A... es decir... tienes que ser tu mismo.

Y ahí radica el problema de creer, de esperar, de confiar y de sentir.

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