Qué fastidio.
Nunca más me vuelvas a hablar de música, de nada, mejor.
Todo lo que tiene que ver contigo me borra la sonrisa,
me da pesadez, es desgastante, no hay más que hastío.
La humanidad,
desatada e impúdica, perdida la confianza en sí, un concepto ya del deber,
engreída, soberbia y fatua, llena de altiveces, dispuesta a no resignarse,
frívola y frenética, olvidada de la serenidad y de la sencillez, ambiciosa y
triste, reclamándole a la vida mucho más de lo que la vida puede dar,
desposeída de esa alegría por la alegría que es el único camino de la dicha,
corre enloquecida hacia la definitiva bancarrota.
Ya no hay un hombre
que no proteste de algo: de que los políticos lo hacen mal, de que el camarero
eche el café fuera del vaso, de que haya que circular por la derecha, de que la
tinta de los periódicos manche, de que el camisero le pase una factura a últimos
de mes, de que el sastre le mande la suya el día primero, de que los novios se
besen, de la organización general del Estado, de la trata de blancas, del
Ayuntamiento, del clima.
Todo molesta, todo fastidia, todo
crispa.
Se es brusco.
A derecha e izquierda encuentra uno
gentes que están a disgusto con su destino, que desdeñan lo que han logrado,
que desean lo que no tienen y que, en el fondo, querrían que nadie tuviese
nada. Se respira descontento, se vive en plena desadaptación. Todos los nervios
están a flor de piel. Se ha arrumbado la amabilidad. Hablar es discutir.
Discutir es pegarse. Se opina con el bastón y se razona con la cartera.
La palabra derecho sale de
todas las bocas:
"Yo tengo
derecho".—"¿Con
qué derecho?". "Defiendo mis derechos”'.—"¡No hay
derecho!".—"Estoy en mi derecho".
El individualismo duro y —heroico
de otros tiempos ha sido sustituido por un colectivismo blando, cómodo,
femenino y fácil. Y cuando se trata de prosperar, el hombre actual busca el
apoyo de los demás hombres que están en su caso, organiza un Sindicato y se dirige
a los Poderes públicos pidiendo esto o aquello. ¿Acceden los Poderes públicos a
la petición? A vivir hasta que llegue el momento de pedir otra cosa. ¿No
acceden a la petición los Poderes Públicos? Pues el hombre que deseaba
prosperar y sus compañeros de ansias y de Sindicato se echan en brazos del
sabotaje y se lían a tiros con la Policía. A esto lo llaman los periódicos "el
problema social".
Al hombre se le ha sustituido por "el
partido"; la dignidad humana se ha trocado en "el triunfo
electoral", el libre albedrío se ha convertido en "la sociedad
de resistencia"; el individuo ha pasado a ser "la masa"; y
la iniciativa personal se ha transformado en "el Comité".
El hombre, que se ha vuelto cobarde
para afrontar la vida él solo y de cara, se ha vuelto valiente para hacerse
pistolero en pandilla.
Todos creen tener razón en un
momento histórico que se caracteriza, precisamente, por la falta de razón de
todos.
Todos amenazan: el obrero con la
huelga, el Gobierno con los fusiles, el patrono con el despido, el hijo con el
abandono, el padre con el Reformatorio, la hija con la fuga con el novio, la
esposa con el divorcio, el marido con irse al Extranjero, el catedrático con el
suspenso y el alumno con no entrar en la clase y romper los bancos.
Cada cual es rey de sí mismo y
aspira a ser emperador de los demás.
Todo el mundo está engreído y es
soberbio y sabe más que el de al lado, y más guapo, más nteligente, y más
fuerte y más ingenioso. Todo el mundo aconseja, no por bondad y desprendimiento,
sino porque el consejo lleva implícita la inferioridad del aconsejado. Y en los
toros el oficinista le grita al torero: "¡Maleta! A ese toro hay que
obligarle". Y el que toma un taxi dice del "chofer": "Este
tío no sabe conducir; ¡si agarrara yo el
volante"! Y el espectador de
un teatro sale gruñendo: "¡Majaderías! Mejor que eso lo escribo
yo". Y el ciudadano murmura: "Si yo fuera Gobierno..."
Y el presidente del Consejo exclama: "En mi puesto querría yo ver,
señores diputados, a los que opinan que mi gestión no es acertada".
Y así hasta el infinito.
La Humanidad,
descentrada, puesta de espaldas a todas las cualidades espirituales, desdeñosa
de lo estimulante y de lo consolador, y enfrentada con todos los materialismos
perturbadores y entristecedores, ha perdido la perspicacia de ver dentro de sí,
no sabe a qué achacar su mal sabor de boca y se revuelve contra esto y contra
aquello, sedienta de venganza y convencida de que debe de haber
"alguien" o "algo" culpable de que ella no se encuentre a gusto.
Esta indignación es para la Humanidad un goce, porque para un miserable
siempre es un placer el poder injuriar. Y la Humanidad recurre a esa indignación
para hacerse la vida soportable.
Todo el mundo se
aborrece y murmura y calumnia, y cada individuo se atrinchera en sí mismo para
poder descargar su odio, sobre los demás. El bueno es tonto; el malo, un
monstruo; el que oculta la verdad, un hipócrita; el que la hace ostensible, un
cínico.
Frecuentar el
trato de mujeres sin honor es para la sociedad libertinaje; pero ir siempre del
brazo de una sola mujer honrada significa ser un desgraciado sin atractivos. Si
a un hombre se le ve en compañía de su hija nadie dejará de pensar que es su
querida; pero si se hace acompañar de su querida siempre afirmará alguien que
ella es su madre. Un hombre que vive sólo es un egoísta; pero al que sostiene
una familia dilatada se le tacha de pobre diablo. Si no tienes hijos te
llamarán impotente; pero ten hijos, y asegurarán que son de un amigo, salvo
cuando hablen de ese amigo, en cuyo caso dirán que son tuyos para reventar al
otro. Al que triunfa se le considera como un bandido o un farsante y al que
fracasa como un miserable o un incapaz. El que ultraja es un canalla, pero el
que se deja ultrajar es un cobarde. Si estás de acuerdo con los demás dirán que
eres tonto; si les compadeces te llamarán fatuo y engreído; si les discutes te
odiarán, pero si te burlas dé ellos con sarcasmos y risas afirmarán que eres un
amargado. Rico, te despreciarán por burgués; pobre, te despreciarán por inútil.
Si tratas bien a las mujeres eres un ingenuo; si las tratas mal eres un chulo.
Si te separas de la mujer con quien vives jurarán que ella se ha ido con otro;
si no te separas dirán que "el otro" entra en tu casa. Para la
Humanidad, en fin, el hombre, cuando va con una mujer, es un cornudo; cuando va
con otro hombre es un pederasta y cuando va solo es un onanista.
Todo es odio, rivalidad, furia,
bilis, y ácido clorhídrico.
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